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En dos meses inicia el juicio por crímenes de lesa humanidad de “El Pozo de Quilmes”

Estos delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención “El Pozo de Quilmes” y “El Pozo de Banfield” tendrán juicio el 5 de mayo próximo.

Comenzarán a juzgar a 14 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz y el médico policial Jorge Berges.

El Pozo de Quilmes o Chupadero Malvinas,​ fue un centro clandestino de detención y maternidad clandestina argentino que funcionó en la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires hasta enero de 1979, en el marco del la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.1​ Allí permanecieron cautivas 251 personas, algunas secuestradas dentro del Plan Cóndor.​ Desde 1998 funciona allí la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Quilmes. A partir de 2017 pasó a ser Sitio de Memoria.

Entre los hechos que se ventilarán está el conocido como “La Noche de los Lápices”, que tuvo lugar en 1976 cuando secuestraron y torturaron a diez estudiantes secundarios que reclamaban el boleto estudiantil, de los cuales 6 fueron asesinados.

El Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata determinó que el enjuiciamiento estará a cargo de los jueces subrogantes Walter Venditti, Eduardo Guillermo Farah y Esteban Carlos Rodríguez Eggers.
Se recordará que el Centro Clandestino de Detención “Pozo de Quilmes” funcionó en la sede de la Brigada de Investigaciones de Quilmes (DDI), en las calles Alison Bell y Garibaldi, por donde pasaron 183 personas. Mientras que en el “Pozo de Banfield” funcionó en la Brigada de Investigaciones de esa ciudad, por donde pasaron 253 detenidos.

El Pozo de Quilmes fue declarado Sitio para la Memoria y desde hace pocos años lo ocupa parcialmente el Consejo del Sitio para la Memoria, Defensa y Promoción de los Derechos Humanos “Ex Centro Clandestino de Detención Pozo de Quilmes”. El Consejo espera que la Dirección Departamental de Investigaciones se mude a su nuevo edificio en calles Martín Rodríguez y Corrientes, para ocupar todo el inmueble histórico.

El Pozo de Quilmes, en la intersección de Allison Bell y Garibaldi, cumplió una función específica dentro del circuito de centros clandestinos de la Provincia de Buenos Aires (“Circuito Camps”), como eslabón de “depósito de prisioneros”, lugar de obtención de información, y uno de los pasos previos a la decisión sobre el destino de cada detenido-desaparecido: el traslado final (asesinato) o la “legalización”, para la cual pasaba por alguna comisaría y luego era destinado a algún penal.

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Por el Pozo de Quilmes pasaron prisioneros de Uruguay, Paraguay y Chile. En la dependencia tuvieron una participación activa represores del Ejército uruguayo que interrogaban y torturaban a los detenidos ilegales de esa nacionalidad. La integración del Pozo al Plan Cóndor se cristalizó de manera más paradigmática con el caso de los prisioneros y represores uruguayos.

No siempre ingresaba prisioneros ilegales por el mismo lugar, pero en la mayoría de los casos se realizaba por el garage del edificio de cuatro plantas, sobre la calle Garibaldi, atravesando un portón pesado que corría por un riel. Desde ese garage, se accedía a la escalera que llevaba a los pisos superiores, en donde se encontraban los calabozos. A través de las pequeñas ventanas de estos calabozos se podía ver el edificio del Hospital Iriarte, a dos cuadras.

Cuando la Brigada dejó de ser utilizada como centro clandestino de detención, y antes de que la Conadep realizara inspecciones oculares con sobrevivientes, ambos edificios fueron modificados para ocultar sus rasgos más reconocibles. En el edificio de los calabozos, se sacó el portón de hierro (aunque el riel sobre el que corría permaneció), se ocultó la escalera estrecha por la cual ascendían y descendían los prisioneros, se tapió la parrilla y se pintaron las paredes de los calabozos y celdas.

Allí, las parturientas solían ser “atendidas” por el médico policial Jorge Antonio Bergés, que visitaba más el Pozo de Banfield que la Brigada de Quilmes.

Otras víctimas denunciaron la presencia del cura torturador Christian Von Wernich entre noviembre de 1977 y febrero de 1978.

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