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Cuánto falta para la mudanza de la Cárcel de Devoto

El traslado de los presos depende de la construcción de un pabellón en Marcos Paz, que se frenó por la pandemia y por la pelea entre Nación y Ciudad.

La cárcel de Devoto, el último penal de la Ciudad de Buenos Aires, sigue ahí. El 12 de marzo se cumplieron cuatro años del anuncio más reciente que prometía cerrar el complejo penitenciario y el traslado de los presos, pero desde ese momento hasta hoy nada cambió.

En los últimos días, fuentes del Gobierno porteño dejaron trascender que el fin del gran establecimiento carcelario se concretaría en 2023, aunque en el barrio -ni dentro ni fuera de los muros- hubo una comunicación oficial.

Incluso algunos vecinos creen que detrás del trascendido solo hay una especulación electoral: en 2023 hay elecciones presidenciales. “Los políticos hacen sus promesas de mejoras, nos convocan a reuniones, nos encuestan y los resultados están a la vista: la cárcel sigue igual, en el lugar de siempre”, dice Gonzalo Aguilar, uno de los referentes de la lucha histórica de los vecinos por la erradicación del penal.

A lo largo de los años, y los gobiernos, tanto de la Ciudad como de la Nación, la salida de la unidad penitenciaria de Devoto es un asunto pendiente que se recicla y nadie resuelve. “Hoy la tolerancia es cero -dice Aguilar-. Ya estamos agotados de escuchar lo mismo y que nada pase”.

Diez años atrás, en junio de 2011, la expresidenta Cristina Kirchner anunció el cierre del complejo penitenciario y la construcción de una nueva unidad en Agote, en el partido de Mercedes, a 86 kilómetros de la cárcel de Devoto. Pero, para mediados de 2016, las obras del complejo nuevo solo habían avanzado un 8%. Desde entonces la construcción del penal en Agote osciló entre interrupciones y avances, y aún sigue en obra y sin alojar presos.

Más cerca en el tiempo, aunque ya transcurrieron cuatro años, fue el último anuncio: “Estamos orgullosos de contarles que vamos a mudar la cárcel de Devoto. No existe en el mundo una cárcel en el medio de la ciudad, como acá. Los internos serán trasladados a un nuevo predio que construiremos en Marcos Paz. Y en este lugar tendremos viviendas nuevas y espacios verdes”, dijo el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta ante periodistas, funcionarios y vecinos.

Se estimaba que la nueva cárcel de Marcos Paz iba a estar terminada en septiembre de 2020. Pero otra vez la realidad, con la pandemia de coronavirus primero, y la quita de fondos de la coparticipación después, volvió a mover la promesa hacia adelante.

En el medio, en abril de 2020, la cárcel  fue noticia a nivel nacional, cuando los internos tomaron el penal durante horas y llegaron a los techos del complejo, en reclamo de mejores condiciones sanitarias.

Meses más tarde, en noviembre de 2020, el Gobierno de la Ciudad comunicó que el proyecto del traslado de la cárcel de Devoto, y la obra de la de Marcos Paz, con capacidad para 2.240 internos, estaban cancelados por la quita de fondos de la coparticipación.

“La obra en Marcos Paz no está avanzada. No entiendo cómo podrían encarar un traslado de esta magnitud sin siquiera tener un lugar preparado desde este año”, puntualiza Aguilar. Y sigue: “Los edificios públicos, y más un complejo penitenciario federal, tienen muchísimas dependencias. Funcionan universidades, oficinas administrativas, miles de áreas. Por logística y por seguridad, un traslado de una cárcel se hace por tandas y con procesos de prueba. Nada de eso hoy está pasando y nada de eso puede pasar en el corto plazo”.

Historia​

La cárcel se construyó en terrenos donados por la familia Visillac al Estado nacional. Fue inaugurada en 1927, en una zona que por entonces era las afueras de la Ciudad.

Nació como una prisión para contraventores y estaba bajo la órbita de la Policía Federal. Recién en 1957 quedó en manos del Servicio Penitenciario Federal y se convirtió en un complejo de máxima seguridad.

Así, la cárcel se convirtió en un espacio entre murallas de siete metros de alto, donde los gritos de los presos, las batucadas, los camiones celulares, los sonidos de sirenas y el devenir de los familiares se volvieron parte de la vida cotidiana en esa porción de Devoto, que comprende la avenida Bermúdez y las calles Nogoyá, Desaguadero y Pedro Lozano.

Superpoblación de detenidos

El traslado postergado de la cárcel de Devoto convive con otra realidad: detenidos que comenzaron a permanecer meses en establecimientos dependientes del Gobierno de la Ciudad, ya sean comisarías o alcaldías de la Policía porteña. Se trata de internos que podrían estar bajo custodia de Nación, en cárceles del Servicio Penitenciario Federal, pero que están custodiados por la Ciudad.

Semanas atrás, después de un motín en una comisaría en Balvanera, el jefe de Gobierno porteño acusó al gobierno nacional de cerrar las cárceles para los delincuentes detenidos por la policía local. De acuerdo al gobierno porteño, en establecimientos de la Ciudad hay 816 presos que deberían estar en cárceles federales, dependientes de Nación.

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